Jaime Alberto Vélez González
Atrapado en una
trampa de cacería, el lobo pidió ayuda a un pastor que pasaba por allí.
Si
me liberas –prometió el lobo con voz entrecortada–, dejaré de ser lo que soy y
me comportaré como otro animal. ¡Vamos, ayúdame, por favor!
El
pastor, conmovido, lo liberó. Días después, sin embargo, el pastor sorprendió
al lobo cuando perseguía a un cordero.
–¿Y
la promesa? –reclamó el pastor.
–La
he cumplido –dijo–; ahora soy otro.
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