Queta Navagómez
Tras
noventa y ocho años de estar dormida, la Bella Durmiente del Bosque empezó a
soñar que un príncipe vestido de negro la besaba en los labios. El beso la
despertó a una realidad: la del erotismo. Durante dos años, un príncipe de edad
madura y manos hábiles; hombre ardiente y experimentado, le mostró los caminos
del placer.
Por eso, cuando un joven e insípido
príncipe azul llegó a besarla, ella se valió de rigurosas disciplinas mentales…
para no despertar.
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