Jacques Sternberg
Un
día regresaron a la Tierra.
Y nos hicieron saber que nosotros no éramos ni
animales, ni espíritus puros, ni seres humanos. Sino robots.
Robots de carne, ya que habían utilizado esta
materia para fabricarnos. Además nos habían hecho a su imagen y semejanza,
aunque muy groseramente, con prisas, sin cuidar los detalles. Ellos eran los
únicos seres humanos de este planeta. Y lo habían abandonado hacía ya mucho
tiempo, dejándonos en él. Porque eran indolentes y nos habían concebido
industriosos, trabajadores, llenos de conciencia profesional y de ambición.
Durante siglos habíamos sido, a nuestras propias expensas, los cuidadores de su
Tierra.
Pero ahora ellos habían regresado.
Y en la mirada átona que nos dirigieron no había ni
gratitud ni indulgencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario