Alberto Sánchez Argüello
El
hombre y la mujer se casaron como Dios manda. Tuvieron tres hijos varones.
Todos los días la mujer cocinaba y servía la comida mientras ellos hablaban y
jugaban. Ella sonreía pero nadie la miraba, les hablaba pero nadie la
escuchaba. Al tiempo la mujer se fue haciendo transparente. Un día se volvió
totalmente invisible, pero ellos no lo notaron. La mujer siguió sirviéndoles
igual, cuidando de que no se estrellaran contra ella cuando llevaba las
vajillas.
(Tomado www.enfrascopequeno.blogspot.com)
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