Rodolfo Luna
Esculpió Pigmalión la figura de una mujer, tal fue su arte que ningún defecto
empañaba la obra. Extasiado por la brevedad de aquella cintura, las curvas ceñidas
de los muslos, la firmeza de los pechos, la gracia del pelo cuya caída eternizaba
el marfil, contempló, en fin, la perfección y no pudo sino enamorarse. Llegadas
las fiestas de la diosa suplicó a Venus convirtiera su artificial doncella en una
verdadera persona. En ese momento los rizos de la escultura perdieron su rigidez
y el viento les hizo flotar despeinados, muy despeinados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario