Queta Navagómez
Cuando
en la cocina nos encontrábamos con piratas que, espada en mano, arremetían
contra las sillas y el trastero, o algún dragón prendía fuego a las cortinas de
la sala, mientras en el patio, los pegasos, con su potente aleteo propiciaban
remolinos de polvo… Cuando pasaban estas cosas, mamá corría a la recámara, a
cerrarle los ojos a César, mi hermano, para que ya no siguiera soñando
despierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario