José Raúl Jaramillo Restrepo
Ya había escogido la música que deseaba que interpretaran en su funeral.
Era una obra reconocidamente clásica. Que fuera esa producción musical y no otra,
comentaba y exigía.
Soñaba verse sentado en una de las bancas de la catedral
gótica de su ciudad, en el culto relativo a su funeral, en su definitiva ceremonia.
Al pasar frente a una venta de música, cerca de la única
iglesia gótica de su ciudad, oyó la sin igual, bella obra, y cayó fulminado por
un infarto.
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