Enrique Anderson Imbert
El
Joven Eurito, armado de arco y aljaba, se encontró en el camino con Apolo,
también armado. Con la confianza de la juventud. Eurito desafió a Apolo:
–Probemos a ver quién dispara la flecha
más lejos.
Apolo, irritado por la insolencia, no sólo
no aceptó el desafío, sino que mató a Eurito.
Desde entonces Apolo no volvió a disparar
flechas nunca más. El espacio y los distantes blancos ya no lo tentaban. Ahora
le faltaba la verdadera medida, que era aquel único flechazo que Eurito nunca
llegó a arrojar.
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