Pía Barros
Mientras
la lluvia arrecia sobre Santiago, nosotras vamos al supermercado y llenamos el
carro con todo aquello que necesitamos. En los pasillos atestados, tú preguntas
si puedes poner galletas de chocolate y tres postres de yogurt. Te digo que sí,
hija, que puedes, y ponemos también suntuarios y hasta aquellas medias
calientitas que tanto te hacen falta.
Luego, subrepticias, dejamos el carro en
el pasillo apartado y salimos tomadas de las manos a la calle.
–¿Te gustó el paseo y el juego, hija?
–Sí mamá, me gustaría que fuera de verdad.
–La próxima vez, hija –miento enronquecida
bajo la lluvia.
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