Carmen Martínez Téllez
Hoy volví a escuchar tu voz, ésa que a través del auricular penetraba
por mi oído, se posaba suavemente sobre el martillo del tímpano y mandaba su
vibración al cerebro, mientras se distribuía por el torrente sanguíneo,
depositando en cada órgano, en cada célula, en cada poro de la epidermis, la
caricia que erizaba mis vellos.
Sabías muy bien cómo usar el terciopelo que surgía
de tus cuerdas vocales para inundarme en deseos; sabías cuál palabra, cuál
pausa, cuál intención, cuál tonalidad despertaba en mí diferentes sensaciones.
Hoy volví a escuchar tu voz y me pregunté; ¿en qué
momento te olvidé?
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