Esopo
Un niño robaba en la escuela los
libros de sus compañeros y, como si tal cosa fuera buena, se los llevaba a su madre,
quien, en vez de corregirlo, aprobaba su mala acción.
En otra ocasión robó un reloj que
asimismo entregó a su madre. Ella también aceptó el robo. Así pasaron los años y
el joven se transformó en un ladrón peligroso.
Mas un día, cogido en el momento
de robar, le esposaron las manos a la espalda y lo condujeron a la cárcel, mientras
su madre lo seguía, golpeándose el pecho. El ladrón llamó a su madre para decirle
algo al oído, pero al acercarse el hijo, de un mordisco, le arrancó el lóbulo de
la oreja.
Recriminando la madre su acción,
le dijo:
–¡No conforme con tus delitos, terminas
por herir a tu propia madre!
A lo cual el hijo replicó:
–Si la primera vez que te llevé
los libros que robé en la escuela me hubieras corregido, hoy no me encontraría en
esta lamentable situación.
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