Luis Vidales
Tomó el diario. Leyó: “El señor N. N. descansó en la paz del Señor”. Se
tomó el pulso. Nada. Se palpó el pecho. Estaba frío. Sintió una absoluta
indiferencia. Tiró el diario y volvió a meterse en la cama, más, pero muchísimo
más indiferente que nunca.
(Tomado
de www.ciudadseva.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario