Alfonso Reyes
Cuando el presidente del Club de Natación y los Síndicos de París
–chisteras, abultados abdómenes, bandas tricolores sobre el pecho– vieron
acercarse a la triunfadora, prorrumpieron en aplausos y entusiastas
exclamaciones:
–¡Si parece un delfín!
–Querrá usted decir una sirena.
–No, una náyade.
–¡Una oceánida, una “oceánida ojiverde”, como dijo
el poeta!
La triunfadora, francesita comestible que hablaba
con dejo italiano para más silbar las sibilantes y mejor suspenderse en un pie
sobre las dobles consonantes, comenzó a coquetear:
–Non, mais vous m’accablez! Mon Dieu, que je
suis confuse! Et une naiade, encore! C’est pas de ma faute, vous savez? Si
j’avais sû…!
Y todo aquello de:
–Toque usted; sí, señor. No hay nada postizo. Eso
también me lo dio mi madre con lo demás que traje al mundo, etcétera.
–Vamos a ver, señorita –interrumpió, profesional,
el señor presidente, poniendo fin a esos desvaríos con una tosecilla muy al
caso–. ¡Ejem! ¡Ejem! Para llenar este diploma hacen falta algunos datos.
Decline usted sus generales.
–¿Aquí, en público?
Risas. El presidente, protector:
–Su nombre, su edad… ¿En qué trabaja usted, cuál es
su oficio?
–Mi oficio es muy modesto, señores. Porque, sin
agraviar a nadie, yo, como decimos los del pueblo, soy puta.
Pánico. Silencio seguido de rumores.
–¿Ha dicho usted…?
–Puta.
¡………………………………………………….!
Dominando la estupefacción general, monsieur
Machin, siempre analítico, interroga:
–Pero, entonces, delfín o sirena, náyade, oceánida
o demonio… sin faldas, ¿quiere usted decirnos cómo, cuándo, dónde adquirió
usted esa agilidad y esa gracia en el nadar, esa perfección deportiva, ese
dominio extraordinario del… de la… de los… de las…
Y la oceánida, cándidamente, le ataja:
–C’est que… vous savez? Avant de venir ici je
faisais le trottoir à Venise.
(Tomado
de www.ciudadseva.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario