Javier Tafur González
Siempre
tuvo temor al campo. Creía que se encontraría con alimañas. Ya era un joven elegante
cuando lo invitaron a un paseo. Ilusionado con Lucía y de estrenar su chompa azul
de cuadros escoceses olvidó sus escrúpulos.
Al llegar se impresionó con cultivos de margaritas
y deseó caminar solo entre ellas. No sabía que la naturaleza reservara estos tesoros,
que produjera tan agradable sensación. Su corazón latía gozoso y la imagen de Lucía
reinaba en su mente, en aquel ondulante fondo blanco.
Llevado de su ardoroso recuerdo cogió una flor
y comenzó a deshojarla y al arrancar el último pétalo, el tallo sangró. Mirándose
las manos, corrió y en su descontrolada carrera tropezó. Aterrado vio que una margarita
lo tomaba del brazo y se lo arrancaba; sintió que otra le cogía una pierna… De cada
una de sus partes crecieron margaritas que bellas se inclinan con el viento de la
tarde.
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