Javier Tafur González
Cultivaba
el jardín de dalias, hortensias, claveles y caléndulas. Una noche sintió pasos y
una respiración profunda. Se levantó y escuchó saltar la cerca y galopar entre las
sombras. Al amanecer descubrió las huellas de los cascos y trozadas algunas matas.
Para la nueva noche dejó guayabas en la canoa. Antes de acostarse apareció en su
frente una mancha morada. A las doce llegaron sus pasos lentos, su aliento expansivo;
pastaba. Lo espió por una rendija: era gris plateado. A esa hora, a ella, ya se
le insinuaba el cuerno y la luna regaba el jardín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario