miércoles, 8 de marzo de 2023

La señora que quería vivir debajo de la tierra

Víctor Roura

 

Una señora quería vivir debajo de la tierra, pero no sabía a quién recurrir.

Se dijo:

–Voy a comprar un pico y una pala y voy a excavar en mi jardín.

Fue a la tlapalería por esos objetos.

Esa noche durmió tranquila porque al despertar iba a poner manos a la obra. Finalmente, no necesitaba pedirle el favor a nadie.

Cuando abrió los ojos, ni tuvo tiempo de quitarse la piyama. Fue directo al jardín, se puso unos guantes y comenzó a excavar. Cantaba de felicidad la señora.

Tres horas después, ya estaba cinco metros bajo el nivel de su jardín. Se tomó un descanso.

Hizo un licuado y se desayunó dos quesadillas.

En eso, tocaron a la puerta.

–¿Quién es? –preguntó, molesta.

Nadie contestó.

Se oyeron otros dos fuertes toquidos.

–¡Caray! ¿Quién es? –volvió a preguntar, ya iracunda porque le molestaba que la vieran sucia y en ese momento era la mujer más sucia del mundo por la tierra del jardín que le ponía negra hasta las orejas.

Nadie contestó.

Fue a asomarse por la mirilla de la puerta.

Eran dos señores encorbatados.

–¡Abra la puerta, señora, que no tenemos su tiempo! –gritó uno de los señores, a la vez que volvía a tocar con rudeza.

La señora se incomodó, pero abrió la puerta. Los señores la vieron con desprecio. Por su suciedad.

–¡Qué moditos de levantarse de la cama! –dijo un señor.

La señora se avergonzó.

–Le recomendamos un baño, señora –dijo el otro señor.

La señora se avergonzó, aún más.

–Nada más le venimos a informar que lo que está usted haciendo es absolutamente indebido –dijo un señor.

La sucia señora no hablaba por la pena de estar sucia.

–Usted no puede destrozar su jardín así porque sí. A ver, ¿dónde está su permiso?

La señora se tapaba la cara.

–Necesita un documento para maltratar su territorio…

La señora de plano les dio la espalda.

–Si mañana tempranito usted no tiene de nuevo cubierto su jardín, va a tener que pagar mucho dinero de multa…

La señora tragaba saliva, pero se repuso de la vergüenza para decirles:

–¡Es que yo quiero vivir bajo tierra! –gritó, desesperada.

Los dos hombres se miraron confundidos.

–Pero, señora, así como está parece en realidad que usted ha salido de la tierra. Basta con que todos los días no se bañe para hacerse a la idea de que vive en el centro de su jardín –dijo un señor.

La señora cerró la casa dando un portazo.

Y se fue al jardín, rapidísimo, para cubrirlo de nuevo. No tenía mucho dinero para andarse metiendo en problemas con las autoridades. Porque las autoridades no resuelven nada, sino todo lo complican. No. Tenía que tapar el hueco de su jardín. Trabajó mucho. Tres horas después, terminó. Se fue a la cama a descansar. Y desde entonces no se baña porque quiere estar sucia.

–Así juego a que entro y salgo de debajo de la tierra –se decía.

Ya nunca más alió de su casa.

 

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