Jorge Campos
¡Ah, si en esa mañana hubiera
olvido!
Jorge Luis Borges
Bajaron
emocionadas del camión tras una fría semana de viaje. Poco a poco se fueron
acostumbrando a la luz. Un hombre de barba cerrada les indicó el agujero por
donde debían cruzar el muro. Del otro lado tres las esperaban con placas
metálicas enumeradas. El rótulo frente a una fila de hombres de negro
desesperados por sus encargos libres de impuestos era claro: “No se aceptan
devoluciones”.
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