Marcial Fernández
Malhechor de toda la
vida, El Diablo fue encarcelado en una prisión de alta seguridad. Los
periódicos, siempre sensacionalistas, dedicaron amplios titulares al hecho; las
madres repudiaron al sujeto, los padres aplaudieron a las autoridades en tanto
que los niños lo convirtieron en héroe.
No obstante, ayer mismo se dio la noticia de su
fuga. De nueva cuenta todo el mundo vertió opiniones, sospechas, suspicacias.
Unos comentaban que el célebre delincuente sobornó a sus custodios, quienes le
facilitaron la llave de salida; otros decían que huyó por un túnel excavado con
sus propias manos; y los menos afirmaban que escaló los altos muros de la
cárcel.
A esto, la única pista para su recaptura es un
espeso olor a azufre, una oscura tiniebla impregnada en el penal.
(Tomado
de www.ficticia.com)
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