jueves, 18 de agosto de 2022

El padre y el hijo

Lafcadio Hearn

 

En un pueblo de la provincia de Izumo vivía un campesino tan pobre que cada vez que su mujer daba a luz a un hijo, lo arrojaba al río.

Seis veces renovó el sacrificio. Al séptimo alumbramiento, se consideró ya suficientemente rico como para conservar al niño y educarlo.

Poco a poco, con gran sorpresa suya, fue encariñándose con el pequeño.

Una noche de verano se encaminó a su jardín con el infante en brazos. Éste tenía cinco meses.

La noche, iluminada por una luna inmensa, era tan resplandeciente que el campesino exclamó:

–¡Ah, que noche tan maravillosamente hermosa!

Entonces el niño, mirándolo fijamente y expresándose como persona mayor dijo:

–¡Padre, la última vez que me arrojaste al agua, la noche era tan hermosa como ésta, y la luna nos miraba como ahora!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario