Augusto Monterroso
En
un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue fusilada. Un siglo
después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy
bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que
aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las
futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse
también en la escultura.
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