martes, 3 de enero de 2023

Seguridad extrema

Marta Nualart Sánchez

 

Un grupo de seguridad formado por integrantes de la Guardia Nacional, soldados del ejército, la marina y dos patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública escoltan al “objetivo” al domicilio especificado en el sur de la Ciudad de México.

Se trata de la casa de una de las periodistas más importantes del país: Pilar Jiménez, quien diariamente, en su noticiero, denuncia a traficantes, capos de la droga, delincuentes de cuello blanco y de todo tipo; políticos corruptos y hasta los traspiés diarios de la presidencia.

El objetivose llama Amalia Salgueiro y es una tenista de talla olímpica de la región de las Rías de Galicia. Ellas –la periodista y la deportista– se conocieron hace meses en Madrid en un evento periodístico internacional. En esa ocasión sobre el tema –ya de por sí escandaloso– “Deporte, mujeres y violencia”, se revelaron campañas de abusos y de discriminación hacia mujeres en el deporte y se hizo amplia difusión de los casos.

De repente, las miradas de la periodista y de la deportista se cruzaron por un instante: tan sólo con verse, ambas mujeres firmaron un pacto, el pacto del deseo que culminó con una cita en la habitación 805 del hotel de la deportista. La periodista se hospedaba en el séptimo piso en el mismo hotel.

Previamente, tomaron una copa en el bar; la excitación y la tensión que existía entre ambas miradas producía chispas… Tan sólo unas cuantas frases entrecortadas para acelerar el encuentro en la habitación.

A pesar de las puertas cerradas a toda mirada ajena, y gracias a la laxitud de esas medidas de seguridad en un país neutral –y de asomarnos por el ojo de una cerradura como las de antes, podemos saber que Pilar se dejó desnudar, casi inmediatamente, por la deportista, que ambas se despojaron de todo disfraz; que sus cuerpos, ni jóvenes ni maduros, pero deseosos, urgentes de placer, se rindieron al encanto de tocarse, reconocerse, fundirse en un abrazo prometedor.

¿Cuánto dura una noche de placer para figuras perseguidas por la noticia amarillista? Y por lo mismo, Pilar Jiménez y Amalia Salgueiro no concluyeron su historia íntima en la inmensa cama de la habitación de ese hotel de Madrid.

Ellas siguieron comunicándose por medio inimaginables: videollamadas desde teléfonos ajenos, llamadas de voz infinitamente nostálgicas a veces, sexualmente vívidas otras. La erótica chispa se percibía a distancia hasta que se hizo necesaria una vez más… una cita de amor.

Y así sucedió esta noche de viernes en la casa del sur de la Ciudad de México en que “el objetivo”, Amalia Salgueiro, fue por fin situada en la casa de Pilar Jiménez; una cita que supuso una serie de mensajes en clave, llamadas telefónicas por teléfonos desechables y mucha discreción por parte de los cuerpos nacionales de seguridad.

La recién llegada, aunque cansada después de un viaje aéreo intercontinental, ha vuelto a ver a su amada periodista y los reflejos entre los ojos de ambas no dejan lugar a dudas. Hay una urgencia velada entre las dos mujeres que quisieran desechar rápidamente la inhibición del saludo, las cortesías internacionales e incluso la cena mexicana preparada minuciosamente por una prestigiosa chef.

Pareciera que se vieran por primera vez; sólo sorbieron un poco de vino rosado y se dejaron arrastrar por el apremio a la habitación de Pilar Jiménez, pues cada una sabe exactamente que tras sus figuras famosas hay besos íntimos desprovistos de cualquier noticia; cuerpos entrenados y musculosos o simplemente experimentados en las caricias del amor entre mujeres.

Saben también que este fin de semana no saldrán de la cama, pues seguramente después de hacer el amor, cuerpos excitados, miradas de entrevela y vuelta al placer, pudiera ocurrir que, por azares del destino, jamás volvieran a verse.

 

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