Eduardo Gudiño Kieffer
Pobrecita
Alicia. Aunque la razón te decía no puede ser, intuías que siempre es más fácil
recordar las cosas que sucedieron la semana que viene, intuías que primero está
la cárcel, después se dicta la sentencia condenatoria y por último se comete el
crimen; intuías que la herida sangrante solo sobreviene después del dolor,
¿Pero quién cree en la dichosa intuición femenina? Nadie, ni siquiera las
mujeres. Solo ahora estás segura de que no te equivocabas. Ahora: el día que
cumples veinte años, cuando al levantarte vas a mirarte en la luna azogada del
espejo y descubres, del otro lado, la imagen decrépita de una anciana que babea
y te mira a su vez; ella te mira, la miras, las dos se miran y se ven y piensan
que sí, que es cierto, que siempre es más fácil recordar las cosas que
sucedieron la semana que viene, el mes que viene, el año que viene, el siglo
que viene.
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