Manuel Rueda
Esa
noche tuvo una extraña pesadilla. Sueña que se encuentra en una casa vacía y
silenciosa velando a su hijo asesinado. Oye un retumbar de golpes contra el
portón y tres soldados irrumpen en la estancia. Cada uno le apunta con un
fusil. Se deja llevar al exterior sin pronunciar palabra. El aire de la noche
le azota el rostro. En la oscuridad puede percibir el resplandor de las estrellas
sobre el perfil siniestro de algunos árboles. De pronto le gritan algo y se
detiene. Lo colocan contra un grueso tronco de anacahuita. Sabe que también a
él le ha tocado el turno de morir. Siente el rastrillar de las armas y cierra
los ojos en espera de la descarga, que al fin se produce. Entonces despierta y
mira lleno de asombro a su alrededor. Se encuentra en una casa vacía y
silenciosa velando a su hijo asesinado. Oye un retumbar de golpes contra el
portón…
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