Bertolt Brecht
Dos
hombres vivían en la misma casa y ocupaban habitaciones diferentes. El mayor
dormía en una cama mullida, el menor, sobre un colchón de cuero. Muy de mañana,
el mayor arrancaba al joven de su mejor sueño, cuando aún no le apetecía
levantarse. En las comidas, el mayor solía arrebatarle al menor lo que este
habría preferido. Si el menor quería beber, el mayor solo le daba agua o leche,
y cuando el joven se agenciaba a escondidas un poco de licor de arroz, el mayor
lo increpaba duramente, en presencia de todo el mundo. Si el otro respondía
airado, luego tenía que pedirle perdón públicamente. Por las mañanas, yo veía
al mayor arreando al joven desde un caballo. Un día le pregunté al mayor por su
esclavo. “Pero si no es ni esclavo”, dijo sorprendido. “Es un campeón y lo
estoy entrenando para su combate más importante. Me ha contratado para que lo
ponga en forma. El esclavo soy yo”.
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