Fernando Pessoa
Cualquier
individuo, por seguro que se sienta, no puede jurar con absoluta conciencia
intelectual, no sólo que tal individuo de sexo masculino sea su padre, sino que
el otro de sexo femenino sea su madre. Para creer que quien es tenido por su
padre lo sea realmente, lo más que tiene es, al no constarle que su madre
hubiera traído al supuesto padre, que crea que no lo hizo nunca. Para tener
seguridad intelectual de que tal individuo es el padre de otro, habría que
haber asistido al acto fundacional, haber inspeccionado de cerca la fecundidad –de
modo que tuviera la certeza– e, incluso así, quedaría la idea de paternidad
metafísicamente considerada para embarullar aún más el asunto. Cuando un
individuo no puede afirmar que tal mujer es su madre, ¿quién puede asegurar que
una vez parido por ella un ser masculino, no ha sido cambiado por otro parido
por la criada, por ejemplo y como hipótesis? Lo más que podemos afirmar es que
tal cosa parece improbable o acaso que resulta menos probable que la hipótesis
contraria. Pero certeza absoluta no la hay.
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