Julio Cortázar
Los
famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente
forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a
cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala con
un cartelito que dice: Excursión a Quilmes, o: Frank Sinatra. Los cronopios, en
cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la
casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo
uno, lo acarician con suavidad y dicen: No vayas a lastimarte, y también:
Cuidado con los escalones. Es por eso que las casas de los famas son ordenadas
y silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que
golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la
cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.
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