Ursula Wolfel
Una mujer quería por todos
los medios ser delgada. Tomaba para desayunar sólo una cucharada de leche cuajada
descremada y la acompañaba con una taza de té para adelgazar. Después se iba a la
oficina.
Allí, en el
descanso del mediodía, leía una receta en el Libro de cocina para adelgazar.
Cuando tenía mucha hambre leía dos recetas. Eso le bastaba.
Por la noche
preparaba una ensalada con tres pastillas para adelgazar, sal y jugo de limón. Los
domingos añadía una pizca de mostaza a la ensalada de pastillas.
La mujer adelgazó.
Pero quería adelgazar más. Un día leía en el descanso el Libro de cocina para
adelgazar.
Estaba un
poco cansada y se durmió. Y el libro se cerró. Enseguida volvieron del bar los compañeros.
Al principio sólo vieron el libro encima de la mesa. Después encontraron a la mujer:
estaba como señal entre la página 48 y la 49.
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