miércoles, 27 de septiembre de 2023

Grupo

Luis Britto García

 

A Pipo lo agarraron en la fábrica de armas. Él había ido a entregar materiales y se demoró ayudando al encargado a reparar un taladro. La bala le entró por el oído y en las fotografías de los periódicos no se veía bien quién era pero por el reloj –que nosotros conocíamos– no cabía duda, los policías lo identificaron como Carlos María Lairén Isturiz y primera vez que supimos que Pipo tenía tantos nombres y qué lástima porque era la cátedra para montar y desmontar fusibles bombas y motores y en las chiveras conseguíamos piezas para metralla y teníamos dos o tres proyectos pepiados.

A Raúl lo expulsaron para Europa y según me dijeron de carta que envió con alguien para Hernán, allá no hay más que maricos en los cafés discutiendo a Garaudy y como él perdió su tiempo aquí leyendo a Garaudy ahora tiene miedo no se vaya a meter a marico y guarda una libreta en donde dice: 20 kilos de azúcar y 100 litros de té; dentro de poco iré a Lunión Soviética veré el Kremlin, me moriré de la arrechera y la familia no me mandará más plata, y entonces.

Lara está desaparecido. Hay el rumor de que murió en el campo de La Pica, pero a la familia le dicen no, no tenemos ningún preso de ese nombre.

Chocolate es el que anda en la polémica de la izquierda, a Chocolate lo expulsaron por su artículo: ¿Directrices nuevas para una línea nueva?, que apareció en el semanario Conceptos en contestación al artículo Formas de Lucha y Lucha de Formas, de Concepción Serrano (o sea, Feliberto Mendoza). La última vez que vi a Chocolate estaba disfrazado de portugués; como lo allanaron perdió el fichero de su gran libro Capital y Monopolios en la Venezuela de hoy; tenía cuatro millones de fichas y lo único que repetía cada vez que se acordaba de que había perdido los índices de acumulación de capitales era: el coño de la madre.

Morandi volvió de la montaña cuando aniquilaron el resto de su comando, y se encontró haciendo las cosas más raras, se colaba en las fiestas para comerse los aguacates y el caviar en la cocina, asistía a las subastas de antigüedades para comerse los pasapalos, su desgracia fue cuando se le arruinó el paltó muy presentable que todavía tenía y entonces vendió condones en la Avenida Urdaneta hasta que un policía lo mató y no se sabe por qué.

Cisneros se ahogó con el aparato de inmersión de circuito cerrado que no lo graduaron bien o a lo mejor el profundímetro le falló de todas maneras pusimos la bomba y a Cisneros le quitamos el aparato el cinturón de pesas la máscara y lo dejamos y el periódico dijo víctima de la explosión (inidentificable).

A Enid la tiraron desde un helicóptero en región no bien precisada, de Enid quedan madre padre hermano menor unos textos de química inorgánica el retrato en una excursión al teleférico una hebra de la peluca rubia que usó en el asalto al automercado una cédula de identidad falsa una cierta temperatura de las manos el resonar de una voz en las paredes de un detestable cuarto de hotel.

Montes la cogió con la vaina de la investigación motivacional y Marshall MacLuhan, desde que trabaja en Procter & Gamble no tenemos finanzas nada tenemos. Igual que a Gonzales que se lo llevó el tío para Barquisimeto donde tienen una cría de gallinas y se les mueren de moquillo y es lástima porque Gonzales tenía unos contactos increíbles en los barrios. Hernán cayó en lo que llaman el anarco aventurerismo y la policía le metió 6 tiros en el pulmón cuando ya estaba a punto de convencernos de la importancia de la máquina infernal para volar la embajada.

Perico fue el que nos vendió a todos. Perico era muy buena persona y cuando le hicieron el simulacro de enterramiento vivo se rajó, a pesar de eso le hicieron todo tipo de cosas y al final lo soltaron, unos dicen que con carnet del Sifa para ver si sapeaba a alguien más, otros dicen que para seguirlo y ver si alguien se ponía en contacto con él para rasparlo, yo lo vi después de buhonero vendiendo forros para volante, él bajó los ojos y miró a otro lado, yo me toqué la culata de la pistola y después pensé total para qué.

Yo que ni fui agarrado en la fábrica de armas ni me expulsaron para Europa ni desaparecí ni estuve en la polémica de la izquierda ni bajé de la montaña ni me ahogué ni me tiraron desde un helicóptero ni la cogí con Marshall MacLuhan ni fui a criar gallinas ni me metieron 6 balas ni vendí a todo el mundo, o a lo mejor sí, hice todas esas cosas y desaparecí y me ahogaron y me rajé con todos, hasta tal punto era todos ellos, yo que tuve las etapas consabidas la de decir para qué carajo cuando me decían estamos preparando algo, la de decir mííí cuando me hablaban de tal o cual intelectual de izquierda, la de pensar cónfiro, y mi padrino que conoce gente en la gran Empresa de Seguros La Prosperidad, la de decirme un hombre de mi sensibilidad debería estar arrasando en el salón de invierno en París, ahora descubro que para algo fui ahorrado: estar parado en esta esquina mientras cae la noche esperando el contacto con alguien, claro no será Enid pero será Marcela o alguien a quien Marcela enviará, luego podremos ganarnos a otros que no serán Pipo Raúl Lara Chocolate Morandi Cisneros Enid Montes Hernán Gonzales Perico, que no serán a lo mejor ni siquiera yo porque lo fundamental no soy yo sino mi destino, esperar, mirar tanto carro que pasa y encandila con los faros, y repetir: del próximo se baja Marcela. Del próximo se baja un policía a quien nos han delatado y me mata. Del próximo se baja Marcela. Del próximo se baja un policía y me mata. Del próximo se baja Marcela. Del próximo se baja un policía y me mata. Del próximo se baja Marcela. Del próximo se baja un policía y me mata. Un carro se acerca, frena, abre la puerta. Esfuerzo la vista para distinguir la silueta negra que sale. El grupo mira a través de mis ojos. Todo va a decidirse dentro de un instante, pero no, me doy cuenta, estoy aquí, he permanecido aquí o me han retenido, doy la cara a la noche, todo está ya decidido.

 

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