Luis Britto García
A Pipo lo agarraron en la
fábrica de armas. Él había ido a entregar materiales y se demoró ayudando al
encargado a reparar un taladro. La bala le entró por el oído y en las
fotografías de los periódicos no se veía bien quién era pero por el reloj –que
nosotros conocíamos– no cabía duda, los policías lo identificaron como Carlos
María Lairén Isturiz y primera vez que supimos que Pipo tenía tantos nombres y
qué lástima porque era la cátedra para montar y desmontar fusibles bombas y motores
y en las chiveras conseguíamos piezas para metralla y teníamos dos o tres
proyectos pepiados.
A Raúl lo
expulsaron para Europa y según me dijeron de carta que envió con alguien para
Hernán, allá no hay más que maricos en los cafés discutiendo a Garaudy y como
él perdió su tiempo aquí leyendo a Garaudy ahora tiene miedo no se vaya a meter
a marico y guarda una libreta en donde dice: 20 kilos de azúcar y 100 litros de
té; dentro de poco iré a Lunión Soviética veré el Kremlin, me moriré de la
arrechera y la familia no me mandará más plata, y entonces.
Lara está
desaparecido. Hay el rumor de que murió en el campo de La Pica, pero a la
familia le dicen no, no tenemos ningún preso de ese nombre.
Chocolate
es el que anda en la polémica de la izquierda, a Chocolate lo expulsaron por su
artículo: ¿Directrices nuevas para una línea nueva?, que apareció en el
semanario Conceptos en contestación al artículo Formas de Lucha y Lucha de
Formas, de Concepción Serrano (o sea, Feliberto Mendoza). La última vez que vi a
Chocolate estaba disfrazado de portugués; como lo allanaron perdió el fichero
de su gran libro Capital y Monopolios en la Venezuela de hoy; tenía cuatro
millones de fichas y lo único que repetía cada vez que se acordaba de que había
perdido los índices de acumulación de capitales era: el coño de la madre.
Morandi
volvió de la montaña cuando aniquilaron el resto de su comando, y se encontró
haciendo las cosas más raras, se colaba en las fiestas para comerse los
aguacates y el caviar en la cocina, asistía a las subastas de antigüedades para
comerse los pasapalos, su desgracia fue cuando se le arruinó el paltó muy
presentable que todavía tenía y entonces vendió condones en la Avenida Urdaneta
hasta que un policía lo mató y no se sabe por qué.
Cisneros
se ahogó con el aparato de inmersión de circuito cerrado que no lo graduaron
bien o a lo mejor el profundímetro le falló de todas maneras pusimos la bomba y
a Cisneros le quitamos el aparato el cinturón de pesas la máscara y lo dejamos
y el periódico dijo víctima de la explosión (inidentificable).
A Enid la
tiraron desde un helicóptero en región no bien precisada, de Enid quedan madre
padre hermano menor unos textos de química inorgánica el retrato en una
excursión al teleférico una hebra de la peluca rubia que usó en el asalto al
automercado una cédula de identidad falsa una cierta temperatura de las manos
el resonar de una voz en las paredes de un detestable cuarto de hotel.
Montes la
cogió con la vaina de la investigación motivacional y Marshall MacLuhan, desde
que trabaja en Procter & Gamble no tenemos finanzas nada tenemos. Igual que
a Gonzales que se lo llevó el tío para Barquisimeto donde tienen una cría de
gallinas y se les mueren de moquillo y es lástima porque Gonzales tenía unos
contactos increíbles en los barrios. Hernán cayó en lo que llaman el anarco
aventurerismo y la policía le metió 6 tiros en el pulmón cuando ya estaba a
punto de convencernos de la importancia de la máquina infernal para volar la
embajada.
Perico
fue el que nos vendió a todos. Perico era muy buena persona y cuando le
hicieron el simulacro de enterramiento vivo se rajó, a pesar de eso le hicieron
todo tipo de cosas y al final lo soltaron, unos dicen que con carnet del Sifa
para ver si sapeaba a alguien más, otros dicen que para seguirlo y ver si
alguien se ponía en contacto con él para rasparlo, yo lo vi después de buhonero
vendiendo forros para volante, él bajó los ojos y miró a otro lado, yo me toqué
la culata de la pistola y después pensé total para qué.
Yo que ni
fui agarrado en la fábrica de armas ni me expulsaron para Europa ni desaparecí
ni estuve en la polémica de la izquierda ni bajé de la montaña ni me ahogué ni
me tiraron desde un helicóptero ni la cogí con Marshall MacLuhan ni fui a criar
gallinas ni me metieron 6 balas ni vendí a todo el mundo, o a lo mejor sí, hice
todas esas cosas y desaparecí y me ahogaron y me rajé con todos, hasta tal
punto era todos ellos, yo que tuve las etapas consabidas la de decir para qué
carajo cuando me decían estamos preparando algo, la de decir mííí cuando me
hablaban de tal o cual intelectual de izquierda, la de pensar cónfiro, y mi
padrino que conoce gente en la gran Empresa de Seguros La Prosperidad, la de
decirme un hombre de mi sensibilidad debería estar arrasando en el salón de
invierno en París, ahora descubro que para algo fui ahorrado: estar parado en
esta esquina mientras cae la noche esperando el contacto con alguien, claro no
será Enid pero será Marcela o alguien a quien Marcela enviará, luego podremos
ganarnos a otros que no serán Pipo Raúl Lara Chocolate Morandi Cisneros Enid
Montes Hernán Gonzales Perico, que no serán a lo mejor ni siquiera yo porque lo
fundamental no soy yo sino mi destino, esperar, mirar tanto carro que pasa y
encandila con los faros, y repetir: del próximo se baja Marcela. Del próximo se
baja un policía a quien nos han delatado y me mata. Del próximo se baja
Marcela. Del próximo se baja un policía y me mata. Del próximo se baja Marcela.
Del próximo se baja un policía y me mata. Del próximo se baja Marcela. Del próximo
se baja un policía y me mata. Un carro se acerca, frena, abre la puerta.
Esfuerzo la vista para distinguir la silueta negra que sale. El grupo mira a
través de mis ojos. Todo va a decidirse dentro de un instante, pero no, me doy
cuenta, estoy aquí, he permanecido aquí o me han retenido, doy la cara a la
noche, todo está ya decidido.
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