Cuentos, cuentos, cuentos...
Julio Ramón Ribeyro
Luder pasa rápidamente delante de un mendigo que le extiende plañideramente la diestra.
–¡Puerco! –grita el pordiosero
Luder se detiene y regresa sonriente con una moneda en la mano:
–Sólo esperaba que me llamaras por mi nombre.
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