Salarrué
Puesiesque un gutute mirichenambre
cornoritotingo quera un animalito con nombre centífrico y que en el monte le
dicen zorriyo, por fregar, levantó una pata y ¡tas! echó un chorrito de
gedentina espantis diablis, que se regó a cuatro leguas a la cuadrada y dijo
riéndose con dientitos delgaditos: “¡Vaya, para quianden diciendo que la
Primavera, que no sé qué, que las esencias de las jlores, y el maroma de las
yerbas quembalsaman la natura!” Y tiró tierra paratrás con las uñas y siguió
caminando contento. Y era bien bonito el infeliz, con pelitos de blancura,
catrincito, que quién hubiera dicho que les saliera aqueya chabacanada de tufo.
Y un tecolote que ya se estaba desmayando lo vio pasar y se tapó las narices. Y
el teco le dijo hablando ñango: “¡A la puerca con las niñas bien vestidas de la
jijelife! Que no les da pena, ¡ufa!” Y todo totoreco salió volando. Y el
zorriyo sólo se paró y se rascó un sobaquito y se sonriyó con dientes
delgaditos y siguió caminando. Y pasó por un zopiletero questaba cabeciando y
diciendo “¡Qué güele, qué güele!” “¿Qué les gusta mi olor?, les preguntó. Y un
zope bajito hizo así con el dedo gordo y le dijo: “¡Miolor, miolor…; qué
pretencioso el cipotío; ese olor lo tiran los ángeles de la putrufacción para
quedar bien con nosotros!” Entonces el zorriyo jué pensativo de la nuca y dijo:
“¡A la chucha, asaber si soy ángel y no sabía!” Y yegó onde estaba un torogós
echadito en su nidito quera bien chiquitito y le dijo el zorriyo. “Torogós que
te ponés el sombrero al contrario, porque en vez den la cabeza te lo ponés en
el chunchucuyo, ¿soy un ángel de la putrufacción o no?” Y el torogós le dijo:
“¡Te vuá contestar, pero mucho jiede: no sos ángel de nadita!” “Por qué” le
dijo el zorriyo ya bravo. “Porque no tenés tirantes”, le dijo el torogós. Pero
como había tragado mucho tufo al hablar se desmayó. Y el zorriyo dijo
“¡Buenostá, y ya me voy a verme en un espejo, a ver si es cierto ques verdá”!.
Y se jué y yegó a un pozo projundis de, y projundis y se inclinó para mirar y
¡ayá bien abajo! vio un colón de cielo y en el centro la carita diun animar y
dijo: “Ayá está un pobre ratón mirando pararriba a ver quién lo saca parir a
comer, pero yo no lo saco”. Y miró otragüelta y dijo: “¡Ratón, ratón! ¿soy
ángel o no?” Y como había eco chueco, le contestó: “¡Oh no!… “¿Por qué?” le
gritó el zorriyo tonto: “Qué” le contesto el echo chueco. “¿Qué por qué no?” le
volvió a preguntar el zorriyo. “¡Porque no!” le contestó el pozo. Entonces ya
jurioso el zorriyo le tiraba unas piegradas y siasomaba y siempre miraba la
carita y dijo “Este animalito no se muere nunca, lo guá chorriar” y se sentó en
el borde y ¡chuí! Se mió en el pozo y el pozo no aguantó y dijo con su eco
chueco: “¡Ufa!”… Y pegó un destornudo macanudo y se paso yevando al zorriyo que
voló por los aigres, los vientos y las nubes hasta que pegó en la mera luna
llena y despertó asustado onde estaba durmiendo y se restregó las pizuñas con
las pestañas y dijo: “¡Qué giede por aquí!” y siacabuche.
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