Isaac Asimov
Mike Donovan
contempló su vacía jarra de cerveza, se sintió aburrido, y decidió que ya había
escuchado lo suficiente. Dijo en voz alta:
–Si
tenemos que hablar acerca de robots poco habituales, yo conocí una vez a uno que
desobedeció la Primera Ley.
Y,
puesto que aquello era algo completamente imposible, todo el mundo dejó de hablar
y se volvió para mirar a Donovan.
Donovan
maldijo inmediatamente su bocaza y cambió de tema.
–Ayer
me contaron uno muy bueno –dijo en tono conversacional– acerca de…
MacFarlane,
en la silla contigua a la de Donovan, dijo:
–¿Quieres
decir que sabes de un robot que causó daño a un ser humano?
Eso
era lo que significaba la desobediencia a la Primera Ley, por supuesto.
–En
cierto sentido –dijo Donovan–. Digo que me contaron uno acerca de…
–Cuéntanos
eso del robot –ordenó MacFarlane.
Algunos
de los otros hicieron resonar sus jarras sobre la mesa. Donovan intentó sacarle
el mejor partido al asunto.
–Ocurrió
en Titán, hará unos diez años –dijo, pensando rápidamente–. Sí, fue en el veinticinco.
Acabábamos de recibir cargamento de tres nuevos modelos de robots, diseñados especialmente
para Titán. Eran los primeros de los modelos MA. Los llamados Emma Uno, Dos y Tres
–hizo chasquear los dedos pidiendo otra cerveza, y miró intensamente al camarero–.
Veamos, ¿qué viene a continuación?
–He
estado metido en robótica toda mi vida, Mike –dijo MacFarlane–. Nunca he oído hablar
de ninguna serie MA.
–Eso
se debe a que retiraron todos los MA de las cadenas de montaje inmediatamente después…
inmediatamente después de lo que voy a contarles. ¿No lo recuerdan?
–No.
Apresuradamente,
Donovan continuó:
–Pusimos
inmediatamente a los robots a trabajar. Entiéndanlo, hasta entonces, la base era
completamente inutilizable durante la estación de las tormentas, que dura el ochenta
por ciento del periodo de revolución de Titán en torno a Saturno. Durante las terribles
nevadas, no puedes encontrar la base ni siquiera aunque estés tan solo a cien metros
de ella. Las brújulas no sirven para nada, puesto que Titán no posee campo magnético.
“La
virtud de esos robots MA, sin embargo, era que estaban equipados con vibrodetectores
de un nuevo diseño, de modo que podían trazar una línea recta hasta la base a través
de cualquier cosa, y eso significaba que los trabajos de minería podían proseguir
durante todo el periodo de revolución. Y no digas una palabra, Mac. Los vibrodetectores
fueron retirados también del mercado, y es por eso por lo que ninguno de ustedes
ha oído hablar de ellos –Donovan tosió–. Secreto militar, ya saben.”
Hizo
una breve pausa y prosiguió:
–Los
robots trabajaron estupendamente durante la primera estación de las tormentas. Luego,
al inicio de la estación de las calmas, Emma Dos empezó a comportarse mal. No dejaba
de huronear por los rincones y bajo los fardos, y tenía que ser sacada constantemente
de allí. Finalmente, salió de la base y no regresó. Decidimos que debía de haber
algún fallo de fabricación en ella, y seguimos con los otros dos. Sin embargo, eso
significaba que andábamos constantemente cortos de manos, o cortos de robots al
menos, de modo que cuando a finales de la estación de las calmas alguien tuvo que
ir a Kornsk, yo me presenté voluntario para efectuar el viaje sin ningún robot.
Parecía bastante seguro; no esperábamos ninguna tormenta en dos días, y en el término
de veinte horas estaría de vuelta.
“Estaba
ya en mi camino de vuelta, a unos buenos quince kilómetros de distancia de la base,
cuando el viento empezó a soplar y el aire a espesarse. Hice aterrizar inmediatamente
mi vehículo aéreo antes de que el viento pudiera destrozarlo, me orienté hacia la
base y eché a correr. Podía correr una buena distancia sin dificultad en aquella
baja gravedad, pero ¿cómo correr en línea recta? Esa era la cuestión. Mi reserva
de aire era amplia y los calefactores de mi traje satisfactorios, pero quince kilómetros
en medio de una tormenta titaniana son el infinito.
“Entonces,
mientras las cortinas de nieve lo oscurecían todo, convirtiendo el paisaje en un
lóbrego atardecer, haciendo que desapareciera incluso Saturno y el sol se convirtiera
apenas en una mota pálida, me detuve en seco, inclinándome contra el viento. Había
un pequeño objeto oscuro directamente frente a mí. Apenas podía verlo, pero sabía
lo que era. Era un cachorro de las tormentas, la única cosa viva capaz de resistir
una tormenta titaniana, y la cosa viva más maligna con la que puedas encontrarte
en ningún lado. Sabía que mi traje espacial no iba a protegerme una vez viniera
por mí, y con aquella mala luz tenía que esperar a asegurarme un blanco perfecto
o no atreverme a disparar. Un solo fallo, y saltaría sobre mí.
“Retrocedí
lentamente, y la sombra me siguió. Se iba acercando, y yo empecé a sacar mi lanzarrayos
con una plegaria, cuando una sombra mayor gravitó de pronto sobre mí, y lancé una
exclamación de alivio. Era Emma Dos, el robot MA desaparecido. No me detuve ni un
momento en preguntarme qué podía haberle pasado o preocuparme por sus dificultades.
Simplemente aullé:
“–¡Emma,
muchacha, encárgate de ese cachorro de las tormentas, y luego llévame a la base!
“Ella
se me quedó mirando como si no me hubiera oído y dijo:
“–Amo
no dispare. No dispare.
“Echó
a correr a toda velocidad hacia aquel cachorro de las tormentas.
“–¡Encárgate
de ese maldito cachorro, Emma! –grité.
“Y,
efectivamente, se encargó de él. Lo cogió en sus brazos y siguió caminando. Le grité
hasta que me quedé afónico, pero no regresó. Me dejó para que muriera en medio de
la tormenta.”
Donovan
hizo una dramática pausa.
–Naturalmente,
todos ustedes conocen la Primera Ley: Un robot no puede dañar a un ser humano o,
por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. Bien, pues Emma Dos simplemente
se marchó con aquel cachorro de las tormentas, dejándome atrás para que muriera.
Quebrantó la Primera Ley.
“Afortunadamente,
conseguí ponerme a salvo. Media hora más tarde, la tormenta amainó. Había sido una
racha prematura y temporal. Es algo que ocurre a veces. Corrí apresuradamente a
la base, donde llegué con los pies hechos polvo, y las tormentas empezaron realmente
al día siguiente. Emma Dos regresó dos horas más tarde que yo, y el misterio se
aclaró entonces finalmente, y los modelos MA fueron retirados inmediatamente del
mercado.”
–¿Y
cuál era exactamente la explicación? –quiso saber MacFarlane.
Donovan
lo miró seriamente.
–Es
cierto que yo era un ser humano en peligro de muerte, Mac, pero para ese robot había
algo más que pasaba por delante de eso, que pasaba por delante de mí, que pasaba
por delante de la Primera Ley. No olvides que esos robots pertenecían a la serie
MA, y que ese robot MA en particular había estado buscando escondites durante algún
tiempo antes de desaparecer. Es como si estuviera esperando que algo especial y
muy íntimo le ocurriera. Aparentemente, ese algo había ocurrido.
Donovan
alzó reverentemente los ojos y su voz tembló.
–Ese
cachorro de las tormentas no era ningún cachorro de las tormentas. Lo llamamos Emma
júnior cuando Emma Dos lo trajo consigo al volver. Emma Dos tenía que protegerlo
de mi arma. ¿Qué es la Primera Ley, comparada con los sagrados lazos del amor materno?
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