Ana María Shua
Con ambrosía en la mesa de los reyes fue tentado el ermitaño, y con el olor
del pan oscuro que su madre sacaba del horno en las mañanas. Y diez años resistió
y después estuvo libre de la tentación.
Con los temores y horrores del infierno fue tentado
el ermitaño, y con la imagen de su mismísimo padrastro, las riendas en la mano.
Y quince años resistió y estuvo libre de la tentación.
Con mujeres colmadas de carnes y deseos fue tentado
el ermitaño y con la hija del herrero de su pueblo, que cierta vez le había sonreído.
Y veinte años resistió y estuvo libre de la tentación.
Y después de veinte años de vida en el desierto, ya
nada lo tentó, y su corazón fue árido y seco, y su sacrificio ya no tuvo mérito.
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