Martin Buber
Cuentan:
El rabí Elimelekl estaba cenando con sus
discípulos. El criado le trajo un plato de sopa. El rabí lo volvió y la sopa se
derramó sobre la mesa. El joven Mendel, que sería rabí de Rimanov, exclamó:
–Rabí, ¿qué has hecho? Nos mandarán a todos a la
cárcel.
Los otros discípulos sonrieron y se hubieran reído
abiertamente, pero la presencia del maestro los contuvo. Éste, sin embargo, no
sonrió. Movió afirmativamente la cabeza y dijo a Mendel:
–No temas, hijo mío.
Algún tiempo después se supo que en aquel día un
edicto dirigido contra los judíos de todo el país había sido presentado al
emperador para que lo firmara. Repetidas veces el emperador había tomado la
pluma, pero algo siempre lo interrumpía. Finalmente firmó. Extendió la mano
hacia la arena de secar, pero tomó por error el tintero y lo volcó sobre el
papel. Entonces lo rompió y prohibió que se lo trajeran de nuevo.
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