Agustín Monsreal
Solo, completamente solo; triste, horriblemente triste; y desgraciado, pertinazmente
desgraciado, Lázaro decidió morir.
Y murió.
Sin embargo, vino su primo, que según decían era chamán
y tenía poderes y andaba haciendo prodigios sin mirar a quién y sin preguntar si
la gente quería que los hiciera, y lo revivió.
Solo, triste y desgraciado, Lázaro ya no soporta más
la vida, pero tiene miedo de morir por segunda vez, y de volver a encontrarse con
el milagrero de su primo.
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