István Orkény
La
niña solo tenía cuatro años. Sus recuerdos, probablemente, ya se habían
desvanecido, y su madre, para concienciarle del cambio que las esperaría, la
llevó a la cerca de alambre de espino; desde allí, de lejos, le enseñó el tren.
–¿No estás contenta? Ese tren nos llevará
a casa.
–Y entonces ¿qué pasará?
–Entonces ya estaremos en casa.
–¿Qué significa estar en casa? –preguntó
la niña.
–El lugar donde vivíamos antes.
–¿Y qué hay allí?
–¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás
encontremos también tus muñecas.
–Mamá, ¿en casa también hay centinelas?
–No, allí no hay.
–Entonces, de allá ¿se podrá escapar?
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