Agustín Monsreal
“Mamá
está en mi cuarto”, le dije a mi hermana. “Dice que quiere hablar contigo, que vayas.”
Mi hermana me miró con lástima, aunque también
con reproche. “No puede ser”, me contestó. “Mamá está muerta”.
“Ya lo sé, pero ahí está. Ven a ver”.
“Bueno, está bien. Vamos”.
Y atravesamos la pared cogidos de la mano.
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