Macedonio Fernández
–Mujer,
¿cuánto te ha costado esta espumadera?
–1,90.
–¿Cómo, tanto? ¡Pero es una barbaridad!
–Sí; es que los agujeros están carísimos.
Con esto de la guerra se aprovechan de todo.
–¡Pues la hubieras comprado sin ellos!
–Pero entonces sería un cucharón y ya no
serviría para espumar.
–No importa; no hay que pagar de más. Son
artificios del mercado de agujeros.
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