sábado, 23 de julio de 2022

Hamlet

Slawomir Mrozek

 

Me llamó el director de la compañía y me dijo:

–Lo felicito: hemos decidido darle el papel de Hamlet.

Como todos los actores, yo había soñado siempre con hacer ese papel. Me volví loco de alegría. Le di efusivamente las gracias al director y le prometí que no escatimaría esfuerzos para cumplir debidamente con la tarea encargada.

Estaban a punto de empezar los ensayos cuando el director de la compañía me mandó llamar nuevamente. Parecía un poco molesto.

–Surgió una complicación. La compañía considera que al encargarle el papel de Hamlet lo estamos favoreciendo.

–¿Quiere decir que el papel de Hamlet lo hará otro?

–No, porque también sería favorecerlo. Pero encontramos una salida. A Hamlet lo representarán usted y ocho actores más. Más de nueve que puedan parecerse más o menos a Hamlet, por suerte, no tengo en la compañía.

–Ya entiendo: yo y otros ocho nos turnaremos.

–No, estarán todos juntos.

–¿Cómo que juntos…? Pero no en la misma representación, supongo.

–Sí, en la misma, cada noche.

–¡Es imposible! ¡Los nueve Hamlets en un Hamlet?

–Así es.

–Ajá. Quiere decir que sale el primero, entra el segundo; sale, entra el tercero, etcétera.

–No, porque entonces surge el problema de la rotación, que viola la igualdad de derechos. Nadie tiene que ser el primero, ni el segundo, ni el noveno. Se le olvida que todos deben tener las mismas oportunidades.

–¿Entonces, cómo?

–En coro.

Caí en la silla. El director de la compañía se levantó, dio la vuelta al escritorio y me puso la mano en el hombro.

–¡Ánimo! Socialmente vamos a estar muy bien, y en lo artístico puede haber un gran éxito. Ya tenemos un director que se encargará de esto, será un experimento muy interesante, de vanguardia. Desdoblamiento de Hamlet en nueve personalidades, usted entiende.

–Entiendo. La psicología del fondo.

–Lo ha formulado excelentemente.

Después se inclinó y añadió en voz baja:

–Y aquí entre nos, nadie le prohibirá hablar más alto que los otros.

Empezaron los ensayos. Estuvimos un poco apretados en el camerino, y en el escenario nos tropezamos unos con otros, pero, en cambio, surgió un fuerte espíritu colectivo.

Así llegamos al estreno. El primer acto transcurrió de cualquier modo, pero cuando llegó la escena en el cementerio a mí me falto la calavera de Yorick, porque el utilero se había equivocado y sólo había preparado ocho piezas. Quise entonces quitarle la calavera a mi compañero de la izquierda, pero no quiso dármela y los dos caímos a la tumba. Mientras tanto, los de arriba también empezaron a golpearse. Nuestra calavera se había quedado allí: ahora tenían ocho, pero ellos eran siete y cada uno quería tener dos calaveras.

Hubo nueve casos de contusión general, cinco lesiones de la cara y tres casos de heridas punzantes. ¿Quién dijo que Hamlet era una tragedia del individuo?

 

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