Ryunosuke Akutagawa
Se
detuvo en la puerta corredera y miró desde arriba cómo la comadrona, que todavía
llevaba la bata blanca de operaciones, limpiaba al recién nacido. El bebé, cada
vez que le entraba jabón en los ojos, arrugaba la cara tiernamente. Además, lloraba
con una voz muy aguda. Mientras notaba un olor que le recordaba al de una cría de
ratón, no pudo evitar que royeran su mente ciertas ideas filosas y profundas… ¿Para
qué habrá venido este crío al mundo? ¿A este mundo lleno de dolor?… ¿Por qué le
habrá tocado la carga de tener a un padre como yo?
Se trataba del primer niño al que daba a luz
su esposa.
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