Slawomir Mrozek
Me estaba molestando
una mosca. Yo la espantaba, pero ella volvía, así que la volvía a espantar.
–Conque
no, ¿eh? Vale, esperaré a que…
Se
apartó un poco y se posó sobre un perro muerto.
–¿A
qué? –pregunté.
No
contestó. Y yo no insistí, temiendo conocer ya la respuesta.
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