Osmir Pérez Leiva
Para asombro de todos
los presentes aquel pintarrajeado vejestorio había irrumpido a puro grito en
los funerales del famoso escritor ruso Vladimir Nabokov. Los periodistas
admiraban de cerca aquel desastre rollizo y vulgar que, disfrazado de mujer,
posaba ante las cámaras con indiscreta afectación. “Mi nombre es Dolores Haze”,
dijo entre lágrimas saludando a los parientes. “Ustedes me pueden llamar Lola,
Lolita…” Eran casi las tres de la tarde.
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