viernes, 16 de febrero de 2024

Coleccionista

Queta Navagómez

 

De pequeño coleccionaba lagartijas. Después de matarlas, las abría en canal, las vaciaba y, saturadas de sal, las ponía a secar al sol. Ya secas, adornaba sus paredes con ellas. Cientos de curiosas y gráciles lagartijas parecían subir y bajar por la pared izquierda de su cuarto, pintada de amarillo paja.

De joven, coleccionó iguanas. Ya muertas y vacías, impregnadas de sal, las ponía a secar al sol. Decenas de maravillosas iguanas: verdes, azules, amarillas, rojizas y anaranjadas, parecían subir y bajar por la pared derecha de su cuarto, pintada de un blanco deslumbrante.

En la vejez… No, no llegó a la vejez: se lo impidió su desmedido afán de querer coleccionar cocodrilos.

 

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