Ursula Wolfel
Una mujer quería subir a una
montaña con sus hijos durante las vacaciones. Estuvo pensando lo que deberían llevar.
Quería pensar en todo: Por ejemplo, podía haber lluvia. Entonces necesitaban impermeables,
calzado para cambiarse y medias.
Podría hacerse
de noche demasiado pronto. La mujer llevó una linterna para cada uno.
También podría
suceder que se perdieran. Entonces tendrían que pasar la noche al aire libre. La
mujer metió una tienda de campaña y sacos de dormir, junto con un hornillo de alcohol,
una olla grande y alimentos para unos días.
¿Y si uno
de ellos se ponía malo en el camino? Era imprescindible tener medicinas para diferentes
enfermedades, y vendajes.
También se
le ocurrió a la mujer que podría haber niebla. Así que ató a los niños a una cuerda
fuerte y se colgó del cuello una bocina para la niebla.
De este modo
subieron a la montaña, y se arrastraban unos a otros y jadeaban y sudaban. Pero
no llegaron muy lejos. La mujer pisó una boñiga de vaca y como iba cargada se resbaló
cuesta abajo y los niños detrás, atados a la cuerda.
En la boñiga
del camino no había pensado la mujer.
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