Marco Denevi
De
regreso en Ítaca, Odiseo cuenta sus aventuras desde que salió de Troya
incendiada. Sólo obtiene sonrisas irónicas. La misma Penélope, su mujer, le
dice en un tono indulgente: “Está bien, está bien. Ahora haz descansar tu
imaginación y trata de dormir un poco”. Odiseo, enfurruñado, se levanta y se va
a caminar por los jardines. Milena lo sigue, lo alcanza, le toma una mano:
“Cuéntame, señor. Cuéntame lo que te pasó con las sirenas”. Sin detenerse, él
la aparta con un ademán brutal: “Déjame en paz”. Como ignora que ella lo ama,
ignora que ella le cree.
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