viernes, 12 de abril de 2024

El supercomputador

David Boanerge Pérez Navarrete

 

El superniño de un lejano futuro donde las máquinas y los seres humanos se entendían a un nivel de igualdad, se sentó frente a su terminal cibernética de poliplast transparente.

–S.C. (Super Computador), dime, ¿qué es la realidad?

El S.C. reflexionó un microsegundo y ecuánimemente dijo con una voz que no sonó nada artificial:

–La realidad es aquello que ves, es todo lo que tus sentidos perciben y lo que tu propia mente concibe como algo real.

–Pensaré en ello –dijo el niño, y se marchó a jugar con su robot invisible, con la ciudad atrapada en una esfera de cristal, y con los círculos y rectángulos de suave crono-espuma que subían más y más arriba.

Cuando se cansó de jugar, se teletransportó a la cocina y pidió un vaso de chocolate reciclado y unas crujientes galletas malteadas con chispas de luz líquida.

Luego, subió a su cuarto atravesando la pared de enfrente y levitando sobre el techo de la cochera para una nave estelar monoplaza.

–S.C., ¿la realidad puede dejar de ser realidad alguna vez?

–En efecto, sólo es cuestión de que deje de serlo.

–¿Yo puedo hacer que toda la realidad se borre S.C.?

–Afirmativo. Espero órdenes.

–¡Bórralo todo! –ordenó impulsivamente el niño.

En las entrañas heladas del Super Computador, el programa denominado como realidad se borró, incluyendo el mundo, el niño y su habitación, su robot transparente, su osito de peluche y todo, pero todo, el universo y sólo quedó el computador.

Luego, hasta éste se borró.

 

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