Alfonso Reyes
Los elefantes de un circo que llegaban a la ciudad de
México se escaparon en la estación y, espantados con los pitos de las locomotoras,
se echaron a correr por las calles, enfurecidos, haciendo destrozos. Un pobre señor
salía con su mujer y su niña de alguna comida con amigos y traía su par de copas.
Al pasar junto a él, a la elefanta le tiraron de la cola. El animal se volvió, lo
levantó con la trompa, lo aplastó en el suelo y lo pisoteó. Me parece todavía más
horrible el dolor de la viuda y la hija, porque no pueden ni contar de qué murió
el pobre hombre. Si dicen “Lo mató una elefanta”, todo el mundo se echa a reír.
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