Carmen Martínez Téllez
Ella
estaba casada con un señor al que veía por vez primera. Era un hombre muy
agradable, bajito de estatura y muy bailador.
Ella sentía cómo le atraía ese hombre, le
encantaban sus ojos, su sensualidad, su ritmo, su manera de tratarla y no
entendía cómo a sus 70 años, se sentía y veía tan joven. Era como si hubiera
viajado treinta años al pasado.
En el momento en el que ese atractivo
marido suyo la invitó a bailar, con un gesto que ella entendió, y mientras el
trecho entre los dos se acortaba cada vez más, tanto que ella sintió cómo se
aceleraba su corazón y se sorprendió jadeando de deseo, entonces, ¡despertó!
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