Juan Manuel Ramírez
Tras
una jornada laboral agotadora, Odón se acomodó en el sofá de su apartamento.
Estaba exhausto, y no tardó en verse envuelto por las telarañas del sueño. Soñó
que llamaban a la puerta. Abrió y allí estaba la Muerte.
–Vengo a llevarte conmigo –dijo–, ha llegado tu
hora. Pero puedes seguir con tu vida si consigues vencerme en una partida de
ajedrez. Pero te advierto de que nadie lo ha conseguido.
Nervioso y descompuesto, Odón, para calmar sus
nervios, propuso que tomaran una copa de brandy mientras jugaban. La Muerte
aceptó la invitación, y ambos comenzaron la partida en un tablero que apareció
sobre la mesa, como por arte de magia.
La Muerte eligió las piezas negras. Después de
varios movimientos, Odón había logrado cercar al rey negro, movió su torre y
anunció su victoria: ¡Jaque mate! En el mismo instante, La Muerte desapareció y
Odón despertó cubierto de un sudor frío. Estaba vivo, todo había sido un sueño.
Pero al incorporarse del sofá, palideció, y, un escalofrío le atravesó el
cuerpo. Sobre la mesa halló dos copas vacías y el trebejo del rey negro
vencido.
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