lunes, 13 de noviembre de 2023

El brazo de plata

Henri Michaux

 

El castigo para los ladrones: sus brazos se endurecen; no pueden contraerlos, ni moverlos, ni encogerlos. Se endurecen más y más, y la carne se endurece y el músculo; se endurece todo, las arterias y las venas y la sangre. El brazo seco, seco; brazo de momia, brazo de extraño.

Pero queda pegado al cuerpo. Veinticuatro horas, tan sólo, y el ladrón, sin sospechárselo (cree él) y cuando saborea su impunidad, siente de pronto que su brazo se seca. ¡Desgarrante desilusión!

Los brazos de plata pertenecieron a una princesa real que vivió hace muchos siglos y que se llama Hanamuna.

Debió haber robado. A pesar de su sangre azul no logró escapar del encantamiento de los Magos.

Y en el espacio de una hora de sueño, sus brazos se endurecieron. En el sueño, cuentan vio los brazos de plata. Se despertó y con horror los contempló. Visión atroz. Todavía se exhibe su cuerpo embalsamado; sus pequeños brazos de plata. Yo los he visto.

 

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