José Raúl Jaramillo Restrepo
Después de una costosa cirugía, le cambiaron la cara al poderoso señor de
la mafia.
Al mirarse en el espejo –con marco de oro macizo–, comprobó,
horrorizado, que su rostro había quedado exactamente igual –¡hasta el mínimo detalle!–
al de su más odiado enemigo.
Aprovechó la oportunidad que la vida tan generosamente
le brindaba, y le pegó un tiro en la sien.
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